¿El que madruga Dios lo ayuda?
Aquella
noche antes de acostarse se persignó como siempre, colocó la alarma en su
celular y se dispuso a dormir, llevaba dos noches despertándose a la misma hora
1:29 a.m. , abría los ojos pero no, no había ningún espanto observándola.
Esa
mañana despertó y se alistó para la rutina, guardó el desayuno y el almuerzo
por eso de que comer en la calle no resulta rentable, cuando se disponía a
salir de casa para irse al trabajo caminando como siempre, un mensaje por
whatsapp de una de sus colegas la detuvo: “¿quieres la cola? , salgo en un
rato”, a lo que ella contestó: “Dale me avisas” y así fue, cerró bien la casa,
guardó su celular y caminó hasta el sitio de encuentro con su amiga para
dirigirse a la oficina, se montó en el carro y el resto pasó en una especie de
cámara lenta y pesadilla al mismo tiempo.
La
oficina está ubicada en una calle bastante concurrida en la zona norte de la
ciudad de Valencia, en el sector de Santa Cecilia, la hora 8:00 a.m., la joven
que aceptó la cola en carro para evitarse los peligros de a pie, fue víctima
del hampa de la manera más silenciosa pero con el efecto más ruidoso para su
tranquilidad.
Abrió la puerta del carro que se encontraba ya
dentro del estacionamiento de la casa donde labora, cuando hombre de chaqueta
roja le decía unas palabras al lado de su moto encendida de color rojo también
que se estacionó frente al portón, la joven que por la distancia no atinaba a
ver con claridad su rostro, ni entendía que decía el caballero, le contestó con
un: “Buenos días, disculpe ¿qué desea?”, confiada en que por la roja
indumentaria del sujeto este obligatoriamente y por las estrellas de algún logo
que reposaban en el lado derecho de su chaqueta, pertenecía a alguna
institución pública.
Pero
no, en un abrir y cerrar de ojos, los buenos días que la joven dio no fueron
contestados de la misma forma, si no con rapidez y sangre fría, el sujeto se
acercó y le dijo “Quédate calladita, no grites y dame ya el celular si no
quieres que te meta un tiro” , ella se negó hasta que él se marcó el arma
dentro de la chaqueta y le arrebató el celular, luego se recostó dentro del
carro donde aún se encontraba la otra joven para decirle que la tenía “radiada”
y que le diera el celular, esta que no tenía visible el celular se negó, él
insistió pero fue entonces cuando la primera víctima forcejeo con él al ver que
este no amenazaba con algún arma para conseguir lo que deseaba, diciéndole “tú no estás armado, dame mi teléfono” a lo
que por segunda vez el delincuente contestó “Tú estás loca te voy a meter un
tiro”, todo esto mientras se iba alejando para montarse en su moto, mientras la
joven entraba en conciencia de que estaba siendo despojada de su teléfono móvil
y recobró el habla para alertar con gritos lo que estaba sucediendo, obviamente
nadie pudo detenerlo y esos fueron los buenos días que recibí la mañana del
jueves 23 de enero del año 2014.
Estimado
lector, no me paso nada físicamente, a Dios gracias, pero por favor no siga mi
ejemplo, no sabemos si correrá con la misma suerte, uno regularmente suele
escuchar que el miedo es libre, pero no sabe que literalmente esa frase es
verdadera he allí mi reacción, de enfrentarme a un ladrón en un país como el
nuestro, en el que creo que ya puedo afirmar no existe el respeto por la vida
del prójimo, nuestro alegre despertar se ve empañado por pequeños casos como el
mío o por grandes casos como el de los
miles de venezolanos que ya no están y no por viejitos o por enfermedades, sino
porque el hampa acabó con sus sueños, silenció sus vidas.
Yo
me niego a aceptar que de verdad la impunidad nos esté devorando como nación,
que los discursos violentos de verdad nos hayan transformando, me niego a
aceptar que Venezuela no nos está ofreciendo a los niños que crecimos con
tranquilad un futuro como lo soñamos, un presente para vivir sin miedo, no hay
nada tan detestable como que te quiten tu paz, te saquen de tu burbuja de
cristal.
Es
duro que en un par de segundos por algo material, que sí te costó esfuerzo y
dinero conseguir, te hagan ver lo frágil que es tu vida, como si tu vida no
fuese un milagro del universo, como si la vida fuese algo que se repone en un
anaquel, sin estar en conciencia de que eres la creación de dos seres que han
velado por ti y te han protegido, que además te han enseñado a protegerte;
luego de lo ocurrido empiezo a creer que cuidarnos nosotros mismos no basta,
que vivir en este toque de queda auto impuesto se nos queda corto, que pensar
en positivo y dejar las noticias feas fuera de nuestras lecturas tampoco lo resuelve y que
quizás si son lecciones de vida, del azar, del destino o como me dijeron te
llevaste el premio de la ruleta rusa de ese día.
Además
al día siguiente se anunció la devaluación maquillada de nuestra moneda,
entonces señores, ¿ustedes quieren saber qué siente un joven venezolano de
estos días?, ok quieran o no acá voy: Frustración, miedo, miedo, esperanza,
voluntad, rabia, rabia, negación, miedo, ganas de irse, amor por su país,
tranquilidad, resignación, indignación, desesperación y voluntad de salir todos
los días de su casa aferrado a más de un ángel de la guarda para sacar este
país adelante, para construir un presente feliz y un futuro seguro.
Yo no creo que el país esté perdido, creo que
nosotros estamos perdidos, ya ni sabemos quiénes somos, ya ni creemos en el
prójimo, cada vez somos más jugadores en banca y nos estamos desintegrando como
equipo, que la culpa es del coach o cuerpo técnico, sí, pero saben cuándo algo
no funciona uno se tiene que llenar de valor, de coraje, de esa fuerza que
Einstein decía puede con todo que se llama: VOLUNTAD, acá debemos entender que
tenemos una sola vida, esto no es un juego de maquinitas, yo solo tengo una
vida y quiero un país que me permita vivirla hasta viejita, viendo mis sueños
realizados, con hijos y nietos, con una casa estable, con un carro, disfrutando
de todos los frutos de mi esfuerzo, disfrutando con los demás la cosecha de mi
trabajo.
Siento
miedo Venezuela, de que cada día tus hijos se ven menos como hermanos, tus
gobernantes piensan menos en tu futuro y tus jóvenes se despiden de sus viejos
para irse a otro país donde su vida si es lo más valioso, dónde sus sueños no
valen 300 $ , ni un celular , ni un televisor.
La
historia es cíclica, ya van 15 años… cuídense más de lo que pueden y nunca se
confíen, terminaré con frases cliché pero que en frío son ciertas, lo material
se repone, nada es eterno y pudo haber sido peor, esas son las oraciones
simples con las que nos damos consuelo ante esta complicada y desesperante
situación, pero no bajemos la cara, no se puede vivir con miedo.
Que
Dios nos cuide a todos, amén.
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